Buscando una buena dedicatoria.

Tras sobrevivir al descenso de aguas bravas con el que necesitas bregar hasta conseguir una novela por lo menos medio decente, todavía te queda un pequeño regato que cruzar. El arroyuelo, desde la distancia, se ve tan nimio, tan sencillo de vadear, que queda postergado en nuestra memoria hasta el momento justo de levantar el pie para cruzarlo.

Alargas la puntera del derecho mientras te sostienes con toda firmeza de la que eres capaz sobre los dedos de tu pie izquierdo, tratando de hacer tierra al otro lado. Pronto te das cuenta de que a no ser que seas un saltador de la talla de Javier Sotomayor no lo vas a tener tan fácil. Pues bien, este puñetero río no es otro que la dedicatoria.

Recapitulemos, a simple vista parece sencillo, tenemos un montón de gente en nuestra lista, al fin y al cabo la única regla ineludible para una buena dedicatoria consiste en que sobre el que recaiga semejante honor debe tener cierta proximidad con nosotros; por desgracia cuando tienes tantos candidatos en realidad no tienes ninguno. Bueno, ninguno no…siempre hay uno disponible….

“Dedicado a la persona más fuerte que conozco: yo.”
     Babe Walker - Psychos: A White Girl Problems Book.


Si preferimos dejar atrás estos alardes narcisistas, nuestro pequeño contratiempo, sigue vigente. Para el autor dedicar la novela es un acto transcendente, nos ha costado mucho trabajo escribirla, tenemos algo bueno entre manos y dedicárselo a cualquier cernícalo que no ha leído un libro desde “El patito feo” o su recambio generacional: “Teo en la granja” nos parece igual de improductivo que alimentar un cerdo a base de caviar y champán. Como podéis apreciar, tan sólo con este recorte nos acabamos de cargar a la mitad de la letanía de candidatos. Solución, cambiar “alguien por “algo”….algo cercano, íntimo y que nos haya hecho la vida, y a poder ser el esfuerzo de escribir, más ameno.


A la cafeína y el azúcar, mis compañeros durante largas noches de escritura”. 
     Robin Hobb - Las naves de la magia.

Si, al igual que yo, decides seguir adelante buscando tu “alguien” llega el momento de pegar otro serio tijeretazo a tu lista de aspirantes. Pensemos fríamente en cuantos nos caen mal, no hace falta guardarles en un odio cerval, de esos que te llevas bien apretado entre los dientes a la tumba, con un desprecio vulgar nos vale: colegas de medio pelo, advenedizos, familiares chungos...ese tipo de gente. No caes en la cuenta de la cantidad de gente a la que aborreces hasta que tienes que poner el nombre a un bebé o te toca dedicar un libro. Un remedio para este mal consiste en hacer caso a Don Camilo y hacerte fuerte en tu rencor.

"Dedico esta edición a mis enemigos, que tanto me han ayudado en mi carrera".
     Camilo José Cela - La familia de Pascual Duarte, edición de 1973.

"A los mozos del reemplazo del 37, todos perdedores de algo: de la vida, de la libertad, de la ilusión, de la esperanza, de la decencia. Y no a los aventureros foráneos, fascistas y marxistas que se hartaron de matar españoles, como conejos y a quienes nadie había dado vela en nuestro propio entierro".
     Camilo José Cela - San Camilo 1936.

Seguramente ahora que el charco se ensancha y nos damos cuenta de que no es tan fácil dar con una dedicatoria a la medida de nuestras expectativas, busquemos un recurso fácil: Trabajarse la dedicatoria en plan Tío Gilito, buscando sacarle rendimiento económico. Sí amigos, estoy pensando en ofertarla como un sacrificio ritual a los dioses del mercado. Editores, correctores, maquetadores, impresores…incluso al librero que puede venderte un puñado de ejemplares o a la vecina del cuarto que es bibliotecaria y entre el silencio de sus pasillos dice tener buenos contactos. Este tipo de dedicatorias son tan lícitas como cualquiera otra y dándole un par de vueltas podemos obtener una que además de bonita dé jugo.

"Más o menos con el mismo espíritu con el que Matthew Salinger, de un año de edad, le insiste a un compañero de mesa para que acepte un haba fría, insisto yo a mi editor, mentor y (Dios le ampare) mejor amigo, William Shawn, genius domus de The New Yorker, amante de la probabilidad remota, protector de los poco prolíficos, defensor de los extravagantes sin remedio, el más insensatamente modesto de los grandes editores-artistas natos, a que acepte este librito más bien escuálido". 
     J.D. Salinger - Franny y Zooey.

Puesto a exprimir la naranja desde el principio también podemos adelantar acontecimientos y tirar la caña directamente hacia tus lectores.

"Al imaginario lector que podría pagarme medio paquete de cigarrillos si comprara mi libro. Te advierto que no sólo no me identifico con ninguno de los personajes, sino que además, de ninguno de ellos querría ser amiga… Cuidado con las sombras".
     Angeles Caso - El Peso de las sombras.

Si al igual que yo seguís sin encontrar vuestra dedicatoria ideal podéis probar a dedicarle la novela a un muerto; como Garcilaso de la Vega, no cumple la regla de proximidad, te queda rebuscar en tu obituario cercano. Si por desgracia eres huérfano o has perdido a alguien todavía más querido, has saltado el charco, porque no hay nada más sentido que el sufrimiento de una pérdida. Si afortunadamente no es el caso deberás seguir buscando otro vado para cruzar el río…No, tu perro Canuto no sirve.

"Para Hans Christian Andersen, sin cuya colaboración este libro nunca se habría escrito. Y en memoria de mi hija, por el entusiasmo con que alentaba semejante colaboración". 
     Carmen Martín Gaite - La Reina de las Nieves.

"Para el alma que ella dejó de guardia permanente, como una lucecita encendida, en mi casa, en mi cuerpo y en el nombre por el que me llamaba".
     Carmen Martín Gaite - Nubosidad variable.

Si seguís tachando nombres de esa lista imaginaria quizás estéis llegando a donde he llegado yo: decantarme por una persona allegada. La Razón es sencilla, te ha visto sudar la camiseta delante del portátil y tan sólo por eso a la fuerza ha de apreciar en su medida la dedicatoria. Mira a tu alrededor, tiene que ser muy cercano. Puedes optar por tus padres, al fin y al cabo ellos te han puesto en la mano tu primer lapicero y tu primera lámina para colorear.

"Para mi madre, Nedda Previtera Cashore, por su gracia especial con las albóndigas, y para mi padre, J.Michael Cashore, dotado con la gracia de perder (y encontrar) sus gafas".
     Kristin Cashore - Graceling.

Otra opción clara son los hijos, tan solo por la falta de maldad que se les presupone ya se merecen todas las dedicatorias.

"Para Anna, que abandonó El Señor de los Anillos para leer este libro. (¿Qué más se puede pedir a una hija?). Y para Elinor, que me prestó su nombre, a pesar de que no lo necesitaba, para una reina elfa". 
     Cornelia Funke - Corazón de tinta.

Tambien puedes decidirte por tu mujer.

"A Conchita, mi mujer desde hace cuarenta años. Nuestro amor es ya casi un incesto". 
     Jaime Campmany - El pecado de los dioses.

O porque no matar dos pajaros de un tiro:

"A mi mujer Margarnit y mis hijos Ella Rose y Daniel Adam, sin los cuales habría terminado este libro dos años antes". 
     Joseph J. Rotman - Fundamentos de la topología algebraica.

Otra opción esta buscar la dedicatoria en el amor, bien sea físico o platonico

"Para Clara, por algunas cosas nuestras".
     Eduardo Sacheri - Ser feliz era esto.

"A Colin Firth. Eres un gran tipo, pero estoy casada, así que creo que debemos ser sólo amigos".
     Shannon Hale - Austenland.

Si seguís buscando vuestra dedicatoria ideal os dire que sigáis perseverando, hay infinidad de posibilidades; desde las convencionales tabarras hasta las más poeticas y sentidas. De todas formas si no encontrais a quien dedicar, siempre os quedará la ultima opción:

"Esto no es para ti".
     Mark Z. Danielewski - La casa de las hojas.

Sobre este blog

Blog personal del escritor Fernández del Páramo. Un espacio digital creado para dar a conocer su obra y compartir impresiones con sus lectores.