La primera cornada.

Rasgué el sobre con esa determinación insana que produce la ansiedad. The Doors y su Light My Fire me atruenan los oídos como si una plaza abarrotada se rompiera en un millón de vítores.
Han pasado dos meses desde que finalicé mi primera novela, desde entonces no he dejado de buscar la suerte en la arena editorial. Este pliego que trato de extraer con dedos intranquilos es la primera respuesta que recibo.

Al desgarrarse la solapa emite un sonido largo y agónico idéntico al del cerrojo de un patio de toriles que libera al animal ante los gritos enfervorizados del tendido. La carta viene escrita sobre el amarillo arenososo del papel reciclado con letra negra como la piel de un miura.
La bestia, como siempre, sale a la plaza ciega de sol y dispuesta a pagar su libertad con sangre, yo protegido por mi capote de letras espero "a porta gayola" el envite de la bestia. Quien no arriesga no gana.
"Estimado Víctor: Nos ponemos en contacto con usted para comunicarle nuestra decisión acerca de su amable ofrecimiento de Crónicas de los Reinos Olvidados."

Devoro el texto. 7 asépticas líneas escritas en ese Arial Black que tanto gusta a las editoriales. Siento vibrar el suelo a medida que salto de renglón, retumba bajo las pezuñas del astado que se me abalanza. Respiro hondo, cierro los ojos y la primera sangre riega la arena del ruedo. 

"No hemos visto la oportunidad de incorporar su obra a nuestro catálogo editorial, por lo que hemos decidido no seguir adelante con su publicación."

Descorazonador final para una tarde que podía haber sido gloriosa.

Mientras que en la enfermería trato de remendarme el alma, me imagino la grada de presidencia, donde comparten asiento las grandes editoriales. Caras largas y rostros vacuos. La sangre ya no les impresiona. Somos demasiados los toreros que queremos compartir cartel con los grandes, y por duro que nos resulte no hay arena para todos. Por desgracia los libros están de capa caída, y como me dijo un editor: "Vende más el nombre de la portada que las 500 hojas que hay dentro". Los autores consagrados copan el mercado y su voracidad aumenta al tiempo que desciende el tamaño del pastel.


Dicen que el asta, al abrir la carne, quema, pues tanto o más lo hacen las cornadas de la decepción. Quizás vaya siendo hora de cambiar de plaza y pensar en la posibilidad (que más de uno me ha recomendado) de la autoedición. Torear en una plaza pequeña, casi de juguete, pero tuya. Una plaza bulliciosa donde no se cobre entrada y sea fácil llenarla de amigos, de gente de la calle. Gente de a pie que aún no tiene el corazón aletargado, endurecido por miles de faenas, gente con más respeto por la sangre, porque no olvidemos que cada mínima porción de expresión artística lleva escondida en lo más profundo la sangre del autor; y si me apuras hasta un trocito de alma.

Mi novela, Crónicas de los Reinos Olvidados, aún está sobre la mesa de unas cuantas buenas editoriales, quizás la próxima corrida vaya mejor. Ahora queda recoger capote y montera, olvidar la aciaga tarde, buscar nuevos ruedos y seguir adelante.

Como dispararle en el pie a vuestra propia novela.

Hay determinadas vicios, típicos de escritores noveles, que harán a tus lectores poner pies en polvorosa nada más haber leído dos párrafos de tu novela. Por descontado tus posibles editores y agentes irán a la cabeza, marcando el ritmo del pelotón que se aleja.
Uno de los más comunes, y del que vamos a hablar hoy, es hacer una exhibición de vocabulario. No es buen negocio hacer gala de intelecto trasteando con palabras enrevesadas, quedareis como pedantes egocéntricos y además no aportareis nada a la calidad de vuestra obra.
Os lo repito: No es buena idea. Por muy amplio que sea tu catálogo de términos a utilizar, es mejor que te retraigas. Al lector no le gusta tener que emplear su tiempo en descifrar montones de palabrejas tirando del contexto, y menos aún romper su ritmo de lectura cada dos por tres para echar mano del diccionario.

Pese a que no dudo de que conoces su significado, utilizar palabras como: virola, interfecta, guarismo, melifluo, megalodón, peripatético, contumaz, exinanido o bálano (este último cosecha de Ken Follet) no enriquece tu prosa, sino que la hace más pesada que el "Waka Waka" de Shakira.


Como muestra un par de botones:

“La interfecta intentó sin éxito apartar la virola de su navaja”

“Se mantuvo contumaz en su decisión de retornar a su morada a pesar los arrumacos melifluos de su amante”

Como podéis apreciar no hay hijo de su madre quien entienda las frasecitas, y no cabe duda de que el lector preferiría encontrar con frases más sencillas, pero con la misma fuerza y significado:

“La víctima fue incapaz de vencer el cierre de su navaja”

“Se mantuvo firme en su decisión de volver a casa a pesar de las caricias interesadas de su amante”

Peor sería que encima de utilizarlas ni siquiera conocierais su significado:
“La virola de la clase intento interfectar a su amiga a la salida, pero los melifluos del liceo estaban abarrotados y se le hizo imposible dar con ella”

Mucho mejor sería escribir: “La bizca de la clase intento interceptar a su amiga a la salida, pero los pasillos del instituto estaban abarrotados y se le hizo imposible dar con ella".
La calidad literaria será discutible, pero al menos dirá lo que tú quieres decir.

El fallo aún se incrementa otra pizquita si te empeñas en darle lustre a tus párrafos metiendo a calzador palabras olvidadas, en desuso, más muertas que la abuela de Ramses II, de esas que hace un siglo que no flotan en el viento. A día de hoy nadie insulta a su enemigo con un chispeante “malandrín”, ni a su pareja con cantarín “pelandrusca”, ni a su hijo con un sonoro “haragán”. Ni que decir tiene que nada más colocar estas palabras en los labios de tus personajes su realismo se irá por el retrete.

En definitiva, es conveniente tener un vocabulario rico, pero elegir con tino que termino utilizar en cada momento. No se trata de alardear de conocimiento, sino de vender la novela y para esto nada más que hay un camino: que guste. Las palabras retorcidas sólo conseguirán apartar la atención de la historia, y eso nunca, nunca es conveniente.

10 normas básicas para presentar Manuscritos.

Si, tras bombardear las editoriales con vuestras cartas de presentación, habéis conseguido captar su atención y que se muestren proclives a leer vuestra obra completa, es el momento de sonreír, hinchar los pulmones a tope y dejar salir el aire como un torrente. Es hora de celebrar, de sentirse orgulloso, habéis escalado vuestro primer 8000, habéis pedido una cita a la más rubia de las animadoras (o al mas musculado de los jugadores) y os ha dicho que se lo pensaría.
10 normas básicas para presentar Manuscritos.
No es necesario que borréis del rostro esa expresión altiva, mezcla de orgullo y triunfo; pero tampoco os calentéis y mandéis a “tomar Fanta” a vuestro jefe o la chica del pueblo (o al mancebo de botica que os envia cartas de amor). Hemos escalado por un tenebroso pico (y digo hemos porque yo con "De Revelaciones y Engaños" también lo he conseguido), bregando contra el cansancio, el hastío y la desesperación y por fin hemos alcanzado la cumbre. Al asomarnos al otro lado, hemos visto que nos esperan unas cuantas cumbres más antes de conseguir publicar con las debidas garantías, muchas más para conseguir vivir de una profesión tan complicada como la de escritor.
En mi caso, cuando alcancé esta cumbre me sentí como Parrado y Canessa, cuando treparon la primera de las cumbres andinas que separaban el desgraciado vuelo 571 del mundo exterior, cayendo entonces en la cuenta de que les rodeaba toda una cordillera tenebrosa, perversa y helada. Vértigo…incertidumbre.

La posibilidad de que el esfuerzo de esta primera escalada caiga en saco roto me produjo una incómoda sensación de responsabilidad. Aún queda mucho trabajo por hacer y el esfuerzo de esta primera escalada no puede caer en saco roto.
Al igual que los dos supervivientes decidí abstraerme de las amenazadoras cumbres, correr ladera abajo y enfilar el siguiente reto. Al igual que ellos, no dudaré en zamparme a cualquier compañero caído.

Antes de coger el trineo y lanzarse ladera abajo dispuesto a empitonar nuestra segunda montaña, ya que no nos morimos de hambre y no nos espera un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya lleno de compañeros "palmando" de frío y necesidad, podemos permitirnos parar un segundo para disfrutar de la soledad de la cima y prepararnos concienzudamente para seducir al comité de lectura correspondiente. No sea que cuando comiencen a dedicar el tiempo a tu novela le pase lo que a Kewdy de los Santos con su novia de Los Alcarrizos:

“Tu eres linda y to, tu eres bella y to, pero el “bajo a boca” (aliento) no se aguanta. Muy bonita y to y coqueta y to pero el “bajo a boca” no se aguanta.”
Una obra puede ser linda, bella, muy bonita y coqueta… y to, pero si el “bajo a boca” falla acabará engullida por un destructor de documentos. Para que el aliento de vuestra novela no apeste a muela podrida basta con cumplir 10 consejos sencillos.
No se trata de conceptos sesudos, son sólo normas de presentación, el equivalente editorial a las normas de etiqueta de las cenas de señoritingos. 10 normas sencillas que harán más por el buen aliento de vuestra novela que un barril de 208 litros de enjuague bucal:
  1. La obra estará escrita a ordenador. Elije Times New Roman o Arial como fuente. Son cómodas de leer en un tamaño de letra 12. No es plan quemar la retina de quien tiene que dar el visto bueno a tu novela.
  2. Presenta siempre en interlineado doble y con márgenes suficientes. Así el texto os quedará más desahogado y por lo tanto más fácil de leer.
  3. Ojito con las faltas ortográficas, gramaticales y tipográficas. Pueden dar al traste con vuestra valoración final.
  4. Procurad que cada nuevo capítulo arranque en una nueva página. La presentación así quedará mas limpia, más diáfana.
  5. Numera las páginas. El orden nunca está de más.
  6. Dedica la primera página a incluir todos los datos importantes: título, autor, tus datos personales, mail de contacto, teléfono.
  7. No olvides indicar con claridad el género y público objetivo de la obra, (fantasía, terror...novela adolescente...)
  8. Si el libro supera las 80000 pañabras incluye también una pequeña sinopsis, presenta tu novela, explica de qué va.
  9. Si crees que puede ayudar a vender tu novela puedes adjuntar tu currículum o tu carta de presentación.
  10. Si vas a presentar la novela en papel, por correo postal, imprime sólo por una cara y no olvides encuadernarla.
La idea es conseguir un manuscrito trabajado, serio, que se parezca lo más posible al de un verdadero profesional consagrado. Si cumples con estas sencillas normas ya estás preparado, coge impulso y tírate ladera abajo, habrá mas cumbres que dejar atras, pero algún día escalaremos la última y no dudes de que detrás está la gloria.


Bocaditos de realidad: Ambiciones y Reflexiones.

Me aburren soberanamente los remilgados que critican las obras antes de darles una oportunidad, gente de egos enormes, miras cortas y gafas de pasta que se arrancarían los ojos antes de leer una sola línea de Sven Hassel.
Yo leo por diversión y sí, soy fácil de engatusar con una trama sencilla y ejecutada sin alardes de premio Nobel. Está claro que si lo que tienes entre las manos es una obra de arte pues mejor que mejor, pero haber gozado de Hendrix y su interpretación magistral de "Purple Haze" en Woodstock 1969, no tiene porqué inhabilitarme para disfrutar, en su justa medida, de “El negro está rabioso” de Georgie Dann, o del “Amor narcótico” de Chichi Peralta.

Enciendo la televisión, cuatro intelectuales que acostumbran a polemizar sobre política dedicaban generosos minutos del primeshare televisivo al libro más vendido de las últimas navidades: “Ambiciones y reflexiones”.
Acomodan sus posaderas sobre cómodas sillas mientras el moderador, sin el menor pudor, azuza la jauría. La antigua tertuliana y novia de torero, metida ahora a escritora y futura presidenta del gobierno, Belén Esteban, los observa muda desde una gigantesca pantalla de plasma. El verlos destripar un libro de esa manera, con desprecio absoluto, me "tocó la moral". Si alguna vez consigo publicar “De Revelaciones y Engaños” espero no tener que tragarme un espectáculo semejante.

Un puñado de “jorobos” que no se pondrían de acuerdo ni en el color de sus propios calcetines, parecen no tener problema ninguno en manifestar su más completa concordancia en que el producto de la rubia hiperoperada es una mierda. –Todos merecemos una oportunidad -me dije en voz alta. Quizás de no haber estado allí sentado ni en mil vidas me hubiera interesado por el libro, pero tras presenciar su linchamiento televisivo decidí apostar por la escritora novel y darle una oportunidad.

Salí a la calle con la firme intención de hacerme con un ejemplar de tan cacareado libro, algo modosito, edición de bolsillo y tapa blanda, consciente de que tampoco estábamos frente a “Guerra y paz”.

Prefiero y recomiendo las librerías pequeñas, esas que huelen a polvo, a papel y en las que el librero, que conoce tus gustos, es capaz de adivinar lo que buscas con una sola mirada, pero en este caso consideré más razonable “ponerle los cuernos” a tirar por el suelo una reputación labrada durante años solicitando un ejemplar de tan baja alcurnia.

Monté en la línea 12. Baja desde las facultades, así que la mayoría de los que comparten viaje conmigo superan por poco la veintena. Casi todos parecen poseídos por sus smartphones, alguno dedica los minutos de desplazamiento a ojear apuntes manuscritos y un par de chicas alardean en voz alta de las artes amatorias de un semental que ambas parecen conocer. Al fondo un chico de mirada oculta por un flequillo demasiado largo como para llevar una vida normal, degustaba con delicadeza las páginas de un libro. Mi curiosidad innata me obligo a azuzar la vista. “El nombre de la rosa”. Respire hondo y me sentí bien, no todo está perdido. No era de Belén Esteban, pero me dio igual, un retazo de cultura en un mar de megabites.

En la gran superficie los libros aparecen alineados con pulcritud, unos junto a otros, huraños, sin amarse, sin compartir espacio, como si les diera asco tocarse. Expuestos como mercancía. El "Barrio Rojo" de los textos. Sólo necesité una rápida visual para encontrar el ejemplar que buscaba. Sobre la mesita de los bestsellers, junto a la entrada, en la zona de más tránsito. Está claro que los grandes apuestan por él.
Me hice con uno y seguro de mi compra enfilé el camino de la caja. Un libro que ha vendido millones de ejemplares algo bueno ha de tener, también las sagas de “Crepúsculo” y “50 Sombras de Grey” fueron criticadas a muerte y al fin y al cabo han dado hasta para película.
La cajera me preguntó si deseaba pagar con tarjeta. Negué con la cabeza, tampoco es plan de dejar huella. La chica me lo envuelve para regalo, así mantengo a salvo mi dignidad. Protegido por el papel cromado vuelvo a casa.
Conecto el tocadiscos, Led Zeppeling, caliento una taza de café y me repanchingo en el sofá. Esto es vida. Olisqueo el libro y el maravilloso aroma del papel y la cola me embriaga. No sería mal negocio que Hugo Boss nos sorprendiera con un perfume con olor a libro nuevo, o a coche nuevo…

Paso la primera página y avanzo hasta el prólogo, no está mal, nada mal, Boris Izaguirre hace un trabajo más que digno. –Malditos “gafapastas” –me digo a mi mismo con media sonrisa en la cara os he pillado con el carrito del helado.

Leo con ansia las primeras líneas, las primeras páginas con interés decreciente, llego al segundo capítulo con desidia y al siguiente con desesperación. Era una mierda.
Lo coloqué al fondo de la estantería junto con el primer ejemplar de la saga “Crepúsculo” y su homólogo de “50 Sombras de Grey”. Material para forrar sofás.

Moraleja: Las gafas gruesas no confieren a su portador el superpoder de distinguir turrón de mojón, pero tampoco está de más tenerlos en consideración. Cuando parece mierda y huele a mierda pocas veces te llevas una sorpresa y resulta ser Nocilla.

Sobre este blog

Blog personal del escritor Fernández del Páramo. Un espacio digital creado para dar a conocer su obra y compartir impresiones con sus lectores.